domingo, 3 de mayo de 2009

Individualismo crónico


Ningún hombre es malo o bueno, sino más o menos individualista. La presencia significativa de este individualismo ha introducido entre los hombres la tendencia a pensar que cometemos acciones planificadas para perjudicar a otros, pero en la mayoría de los casos no es así. Más bien es la falta de conocimiento sobre los demás, lo que hace que las acciones de uno perjudiquen a otro.

Ser individualista no es necesariamente un aspecto negativo del ser humano, el mismo incentiva la creatividad, la producción y la independencia del individuo. El problema surge al notar que la sociedad venezolana padece de individualismo crónico. Este adjetivo se le aplica al individualismo que empuja a las personas a tomar decisiones únicamente en beneficio de sí mismos, de sus familias y de sus amigos (no leyeron mal, el simple hecho de velar por los intereses de tus seres queridos no te hace menos individualista). Cuando uno actúa sólo pensando en el grupo reducido de personas que lo rodean, es muy posible que terceros terminen perjudicados, es decir, estas acciones tienen repercusiones destructivas y caóticas para la sociedad y por consecuencia para el Estado venezolano. Al referirme a la sociedad venezolana, incluyo a aquellos adeptos al gobierno actual, a los opositores, a los adinerados, a los menos privilegiados y por supuesto a la clase media venezolana. En otras palabras, la gran mayoría de la sociedad venezolana practica el individualismo crónico.

En conjunto los seres humanos logran mucho más de lo que lograría cada uno por separado, es por esto que el hombre decidió vivir en comunidad, creando así los conceptos de sociedad y política. Los hombres lograron desarrollar mecanismos para mantener el orden, pero no para establecer un ambiente de armonía. Para poder vivir en un Estado democrático, no sólo se necesita un Estado fuerte que evite conflictos entre los ciudadanos, sino también un sentimiento menos individualista por parte de los mismos, que favorezca la convivencia, la honestidad y la transparencia en la sociedad.

Por si todavía no estan claros en cómo una persona menos individualista debe actuar, es importante tener en mente los siguientes puntos. Si yo cometo una acción y sé que la misma tiene la posibilidad por más remota que sea de perjudicar a alguien, entonces esa acción es una acción individualista. Si yo cometo una acción y no estoy seguro o no sé si afecta negativamente a alguien, entonces también estoy siendo individualista por no saber cómo mis acciones repercuten sobre los demás. Sin embargo, es crucial aclarar que existen excepciones al individualismo, por ejemplo, cuando un juez le otorga - de manera justa - una sentencia a un individuo que haya cometido un delito, ese no es un acto de individualismo, sino más bien favorece a la sociedad, debido a que reprende a aquellos que pretenden perturbar el sano orden social.

Seguramente muchos de ustedes ven estas palabras con recelo debido a sus semejanzas con la teoría socialista. Están equivocados. Yo no pido que los venezolanos practiquen actos constantes de caridad, no pido que los venezolanos pudientes regalen sus bienes a los necesitados y no considero que la propiedad privada sea mala; al contrario más bien la considero uno de los aspectos más importantes para el progreso y el desarrollo de un país. Sin embargo, existen actos que nosotros mismos los venezolanos hacemos con frecuencia y que tienden a ser sumamente individualistas y altamente perjudiciales para los demás pero especialmente para la sociedad como un todo. Cada vez que nos comemos una luz con nuestro automóvil aumentamos la posibilidad de que ocurra un accidente con alguien que sí respeta las señales de tránsito, y a la vez debilitamos la credibilidad que tienen estas normas. Cada vez que nos coleamos en una fila, perjudicamos a los demás y al mismo tiempo fomentamos que el resto de las personas tampoco respeten el orden. Cada vez que por medio de nuestro amiguismo, contactos o billetera nos facilitamos un trámite, perjudicamos a los que no tienen sino la opción de hacer las cosas de la manera correcta, pero peor aún, reducimos la eficiencia del proceso y disminuimos la confianza hacia el mismo. Simplemente es suficiente con no perjudicar a la sociedad, no violar las leyes (por más simple que sean, como las leyes de tránsito), no aprovecharse de los vacíos legales o dárselas de “vivo” para gozar de beneficios que no nos tocan y no practicar la envidia destructiva que nos hace querer eliminar la competencia, en vez de aprender de ella. Estas y muchísimas más acciones destrozan los cimientos y la amalgama de una convivencia armoniosa, de una democracia o de cualquier sistema de gobierno favorable.

Les dejo estas palabras para que reflexionen, retrocedan y hagan memoria de los actos que han cometido en el último año, mes o día que han sido individualistas y perjudiciales para alguien más, principalmente si era un desconocido o una persona que no es de su agrado. Espero para la próxima semana poder escribir y profundizar más sobre la epidemia individualista que sufre la sociedad venezolana.

Ernesto Bello