domingo, 3 de mayo de 2009

Sobre las virtudes civilesy las consecuencias que ha traído para Venezuela el que sus ciudadanos carezcan de ellas

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Existen dos nociones de libertad que en la modernidad se han debatido ampliamente hasta el punto de que existen dos grandes corrientes de pensamiento que interpretan el problema al que nos referimos. La primera noción hace referencia a la capacidad que tiene la voluntad del individuo de realizarse con ausencia de impedimentos externos, sin importar el objeto al que se dirija dicha voluntad. Lo importante es que ésta se realice. De acuerdo con esta noción lo que hace libre al individuo es que no padezca de impedimentos para que la realización de su voluntad se lleve a cabo y es por eso que se la conoce comúnmente como libertad negativa (se es libre en la medida en que carezcas de impedimentos). De esta noción deducimos que el individuo puede ser libre bajo cualquier forma de gobierno posible, con tal de que la dominación ejercida por el gobierno no le plantee demasiadas trabas al ejercicio libre de la voluntad. Si seguimos en esta línea, los súbditos de una monarquía o de un régimen oligárquico son libres en la medida en la que sus gobernantes no interfieran en sus vidas privadas. La libertad no depende, entonces, de la naturaleza de la forma de gobierno, sino de la manera de ejercer el poder por parte del gobierno, sea como fuere.


Además de ésta noción tan difundida, existe otra cuyas connotaciones son completamente diferentes. Esta segunda noción parte del principio que el individuo es libre cuando vive en una comunidad de ciudadanos libres e iguales. ¿Qué significa esto? Que es una comunidad que se autogobierna sin interferencia de comunidades extranjeras, y que internamente todos los ciudadanos tienen los mismos derechos, por lo cual no hay individuo o grupo de individuos que gocen de privilegios que sometan al resto de la comunidad. Para que ésta libertad sea posible, para que el individuo goce de una vida plena en una comunidad que se autogobierne y esté libre de la dominación que representan las potencias extranjeras y los usurpadores internos, esto requiere por parte del individuo ciertas aptitudes. La primera de estas aptitudes es el compromiso del individuo de defender ésta libertad que es común a todos por igual, y que al ser tal, no se puede fragmentar entre las libertades de cada uno, sino que existe como una unión orgánica de la libertad de todos. ¿En qué consiste esta defensa? Pues, evidentemente, en participar en política. Esta participación a su vez se puede dividir en dos formas: la primera es respetar y hacer respetar las leyes, porque de ésta forma estamos ratificando y haciendo cumplir la norma que nos iguala a todos, que suprime la dominación característica de la desigualdad, y nos hace libres a todos por igual. La segunda es a través de la participación en la formulación y aprobación de las leyes, actividad que, al ser realizada por todos, asegura una constante vigilancia y protección de la legalidad en contra de los potenciales usurpadores. Esta noción de libertad, completamente opuesta a la anterior, sólo se puede disfrutar en formas de gobierno republicanas.


La primera conclusión a la que podemos llegar de todo esto es que la primera noción de libertad es completamente individualista, y como tal se ejerce en el disfrute de una vida privada asegurada. Mientras tanto nuestra segunda noción de libertad es de carácter comunitario, ya que el individuo la disfruta en la medida en que es disfrutada a su vez por sus demás conciudadanos, y por ende es una libertad pública, opuesta a la anterior que es meramente privada. Ahora estas dos nociones no necesariamente son excluyentes. Sin embargo vamos a notar que a veces las necesidades de una requieren del sacrificio de la otra. Lamentablemente éste no es tema del artículo actual y podrá ser abordado en uno futuro luego de llegar a las conclusiones requeridas por el presente.


De todo lo dicho anteriormente podemos avanzar sobre el siguiente punto: cuando se vive en república, existe un compromiso activo por parte del individuo ciudadano hacia el bien común (cuyo primero de los bienes es la libertad). Véase como un pago o una retribución que el individuo ofrece a la comunidad por el privilegio de vivir en una comunidad de hombres libres e iguales. De todas formas lo que importa es que nuestra libertad republicana es de carácter positivo, es decir, que requiere de la participación activa del ciudadano en los debates, acontecimientos y acciones de carácter público. En términos generales esta aptitud para la vida pública es la raíz de las virtudes civiles. Sin ellas la libertad se queda sin guardianes ni protectores, y aunque por sí misma pueda sobrevivir por un tiempo, la historia nos enseña como, al ser dejada a su propia suerte, es presa de los vicios de hombres indignos y de la vanagloria de potencias extranjeras, de donde surge necesariamente la usurpación y la dominación.


El propósito de mi desarrollo de ésta base conceptual es explicar cómo la pérdida o la nulidad de las virtudes civiles en las costumbres más esenciales del venezolano, han traído como consecuencia la pérdida de la libertad y de la república. Se ha discutido sobre el individualismo crónico que padece el venezolano, sobre su preferencia para hacer las cosas a su manera, esquivando los procedimientos legales si así le conviene. Este tipo de licencia característica de una mentalidad individualista y egoísta en extremo es compatible con la primera noción de libertad que nosotros desarrollamos en este artículo. Aquélla libertad cuyo principio es la no restricción de la voluntad individual, llevada a sus máximas consecuencias, es la guerra de todos contra todos. Por ende, para preservar la libertad, hay que regularla a través de la ley. Y si la ley es la que defiende la libertad al regularla, ¿no podemos decir, más bien, que ella es el origen de la verdadera libertad y que la noción primera que nos lleva a un estado de guerra de todos contra todos es un equívoco? Porque la guerra de todos contra todos es la libertad absoluta, en la que se incluye la libertad de someter al débil por parte del más fuerte. Ahora, es contradictorio decir que una noción nazca de su contrario absoluto, es decir, que la libertad nazca de la dominación. Es completamente contradictorio decir que la libertad de uno es mayor en la medida en que pueda oprimir a otro, en una suerte de juego suma cero. La libertad no puede nacer de la dominación; por ende, la libertad negativa es una gran equivocación. La libertad nace de la Ley, al ser ésta la garante de la libertad de todos. Y el ejercicio de la libertad es la defensa activa de dicha ley. Nuevamente volvemos a caer en las virtudes civiles, aptitudes de las que ha carecido el venezolano en las últimas décadas de su gobierno republicano, y que permitieron el surgimiento de un fenómeno político usurpador que nos ha privado de toda verdadera libertad.


El fenómeno de Chávez tiene una particularidad bien interesante. Nos priva cada día más de nuestras libertades públicas, las destruye, pero a la vez logra el apoyo popular a través de concederle al pueblo licencia casi total. De ello que Chávez esté destruyendo las libertades públicas de los venezolanos en la medida en que nos concede esas libertades que sólo enaltecen el individualismo crónico. El régimen usurpador concede libertad negativa sin restricciones, estimulando el vicio más arraigado del venezolano: su individualismo crónico, como medio para acabar por completo con sus libertades públicas. Dentro de nuestro propio contexto nacional, las libertades negativa y republicana si son opuestas, contexto en el que un régimen usurpador utiliza la libertad negativa extrema, la licencia, como medio para aniquilar toda posibilidad de libertades reales: las libertades públicas expresadas a través de los derechos civiles. De esto hablaremos mejor en un futuro artículo.

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Lysander