domingo, 21 de junio de 2009

El Papel de la Clase Obrera

La tiranía se encuentra en un momento crítico. ¿Cómo podemos saberlo? Desde la victoria de la Reforma en febrero, el gobierno se ha movido en una campaña de nacionalización de toda la economía nacional. Amenaza a todo el sector privado, amenaza al último medio de comunicación de oposición en el aire, persigue a los líderes de oposición, usurpa las potestades del legítimo y legal alcalde metropolitano de Caracas, usurpa la administración de los puertos a los estados y los transfiere al gobierno central, etc. ¿Por qué este apuro tan feroz en centralizar el poder y en reducir la disidencia a su mínima expresión posible? El primer motivo es porque, luego de la última victoria electoral, el tirano aprovecha su popularidad para terminar de adueñarse del país sin retorno cercano.

Desde el principio, su personalidad y su acción política siempre han apuntado hacia ese objetivo, hacia la consecución definitiva del poder total de la república. Reducir sus libertades a su minima expresión, y disfrutar de la renta pública como si fuera su patrimonio. Esto no hay quien lo pueda negar; ni siquiera el propio oficialismo. El adepto al gobierno que lo niegue lo hace por ceguera o ignorancia. De que el presidente es un tirano no se puede negar si aceptamos todos sus actos y sus palabras como verdaderos, y sus seguidores pueden aceptarlo con sinceridad, pues a ellos no les importa sea cual fuere la forma de gobierno, sino que se gobierne para la “revolución”. Es decir, la tiranía no es el fin del Proceso sino un medio circunstancial para combatir la superestructura ideológica y social imperante en la Venezuela previa a la revolución, y a través de ella progresar hacia el nuevo estadio evolutivo de la sociedad venezolana, el socialismo. Desde este punto de vista la tiranía está totalmente justificada y es totalmente coherente con el pensamiento oficialista. Que el presidente es un tirano es una realidad totalmente incontrovertible.

El segundo motivo por el cual la tiranía está desesperada por centralizar el poder al máximo posible es porque están en una carrera contra el tiempo. La crisis en Estados Unidos ha debilitado mucho al gigante del norte, pero no sin acarrear consecuencias en el mercado mundial, y al volátil mercado petrolero. Lo vemos en al situación en Irán, donde unas elecciones disputadas han llevado a esa república a una oposición de calle abierta en contra del régimen. El que la legitimidad de Ahmedinejad esté en disputa es sólo un síntoma de la debilidad de los regímenes cuya fortaleza depende del mercado petrolero. Lo mismo está sucediendo en Venezuela, y el tirano y sus asesores lo saben. Hay una sola cosa a la que temen tremendamente, y no es a una nueva oposición multitudinaria de la clase media. La pequeña burguesía venezolana hizo su lucha y sus líderes la decepcionaron por completo. Ella no está en condiciones para dar la pelea que está por presentarse, y si la da, lo será en la medida en que se una a la conflagración que está por venir. El partido de la tiranía ha ido conquistando espacios en los sindicatos de trabajadores en todo el país, y está haciendo un esfuerzo por cambiar las reglas de juego que favorecen los intereses del proletariado. Nuestra clase obrera, que si bien no es tan extensa como podría serlo en comparación al lumpen proletariado tan populoso en nuestro país, siempre estuvo del lado del tirano, pero la partidización de los sindicatos y la nacionalización de las industrias ha dejado a muchos obreros en el desempleo. Este sector de la sociedad venezolana está acostumbrado a sueldos y beneficios laborales muy superiores a los que puede ofrecer el gobierno con sus misiones. El status social del que gozan estos trabajadores está en claro riesgo. Muchos trabajadores que antes se identificaban con el tirano hoy podrían estar dudando su apoyo al oficialismo cuando se ven despedido y “expropiados” de sus derechos laborales. Esta clase trabajadora tan numerosa en el estado Bolívar, la mano de obra que pone en funcionamiento los engranajes de las industrias básicas de la nación podrían no estar satisfechas con lo que les están haciendo. La Causa R es el partido que en Bolívar hace oposición a la tiranía, y si su liderazgo tiene la virtù requerida, podrían reducir el apoyo popular del oficialismo en la clase trabajadora, y abrir paso a un movimiento obrero subversivo que desestabilice la firmeza del régimen con consecuencias impredecibles para todos nosotros. En la Guaira los empleados de los puertos se quedan sin trabajo. Son despedidos masivamente porque el gobierno central no tiene los recursos o la logística para hacerse cargo de sus nóminas de trabajadores. Su reacción es la protesta de calle.

¿Por qué el gobierno hace esto? ¿Qué gana con aumentar el desempleo? Es muy sencillo. Los momentos que se avecinan no son prometedores, y los años de las vacas flacas pueden dar fin al régimen del tirano, sea como fuere. En vista de esto hay sólo una medida preventiva que los inocule en contra de este quimérico futuro. Centralizar tanto el poder y los recursos, alcanzar un dominium tal sobre la sociedad venezolana, para hacernos a todos los venezolanos dependientes del tirano. En tal condición de dependencia, en la que para poder sobrevivir y continuar nuestro ciclo vital tengamos que acudir necesariamente al gobierno central sin posibilidad de acudir a otras fuentes, se habrá acabado definitivamente la libertad de los ciudadanos. Si bien ya casi estamos privados por completo de nuestras libertades civiles, al gobierno sólo le queda suprimir nuestras libertades naturales, el derecho a sobrevivir con nuestro propio esfuerzo. Si tal cosa llegara a suceder, si el tirano lograra liquidar por completo la posibilidad de los venezolanos de sobrevivir de otra manera que no fuera del gobierno, será muy difícil vencer su régimen. La consecuencia accidental de su acción para conseguir este fin es el aumento del desempleo. En cambio, si no logra su cometido y en el intento lleva al país a un nivel de deterioro tal que la clase trabajadora, resentida por la pérdida de sus derechos laborales, se insubordina en contra del imperio del gobierno, si la clase media se añade a este movimiento, podría ser que demos al traste con la tiranía de este megalómano histriónico narcisista que tenemos por presidente.


Lysander